Visitas de distinguidos pilotos militares,
entre 1928 y 1930.
Teniente Coronel Roberto Fierro Villalobos, mexicano.
Para hacerle publicidad a un avion construído en México, el “Baja California”, el Teniente Coronel Roberto Fierro Villalobos efectuó un vuelo de México a Cuba y de allí a Centroamérica y Panamá. El 11 de Agosto de 1928, el Coronel Fierro llevó el avión a La Habana, en un vuelo de 12 horas y 40 minutos. Varios días después el piloto voló de Cuba a Belize, y de ahí a Guatemala, El Salvador y Honduras. Desde Tegucigalpa voló directo a La Sabana en Costa Rica el 4 de setiembre de 1928 en una jornada de 4 horas y 35 minutos. Fue recibido con gran entusiasmo aquí pues era el primer latinoamericano en hacer un vuelo de larga distancia. El 8 de setiembre voló de La Sabana a Albrook Field en Panamá y de allí retornó unos días después a México. Se hizo un matasellos conmemorativo de su visita para la correspondencia internacional. Unas pocas cartas a Panamá y Suramérica fueron transportadas por el piloto desde Costa Rica. Hoy en día solo existe un reducido número de sobres considerados legítimos, pues muchos de los conocidos en realidad fueron falsificados por filatelistas de la época. El Coronel Fierro murió en 1985 a los 88 años, luego de una distinguida carrera en la aviación militar de su país, llegando a Jefe de la Fuerza Aérea Mexicana. También fue Gobernador de su Estado y el Aeropuerto de Chihuahua lleva su nombre.
Teniente Coronel Jacinto Rodríguez Díaz, guatemalteco.
El Servicio Aéreo Militar de Guatemala, establecido en 1928, precursor de la Fuerza Aérea guatemalteca, adquirió tres aviones monoplanos Mahoney Ryan Brougham B2. En uno de ellos, bautizado “Centroamérica”, el Teniente Coronel Jacinto Rodríguez Díaz, efectuó un vuelo de buena voluntad de Guatemala a El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, a donde llegó el 11 de mayo de 1929 y regresó a su país el 14 del mismo mes.
Coronel Pablo I. Sidar, mexicano.
El 1 de setiembre de 1929 pasó por Costa Rica un distinguido piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, el Coronel Pablo I. Sidar, y el SubTeniente Mecánico Arnulfo Cortés, quienes habían sido designados para efectuar un vuelo de buena voluntad por Centro y Suramérica en un avión Douglas 02 M, llamado “Ejército Mexicano”, modificado con un motor Pratt & Whitney Hornet de 525 caballos de fuerza. El vuelo inició el 29 de agosto en México y culminó con todo éxito, después de 256 horas de vuelo y 22.500 kms de recorrido, habiendo recibido los tripulantes numerosas condecoraciones durante su visita a varios países del continente. Un poco menos de un año después, con el fin de establecer un record en un vuelo sin escalas de México a Buenos Aires, Argentina, el Coronel Pablo L. Sidar y el Teniente Piloto Aviador Carlos Rovirosa salieron de México y al pasar frente a la costa de Limón en Costa Rica, sobre Playa Cieneguita, el 11 de mayo de 1930, en medio de una tormenta, el avión, bautizado “Morelos” se precipitó al mar, aparentemente alcanzado por un rayo. Ambos pilotos fallecieron. Solo se pudieron rescatar los restos del Coronel Sidar, y fueron retornados a México para un entierro de honor.
Teniente de Aviación Alberto H. Vieytez, mexicano.
El creciente uso de los aviones con fines militares, demostrado fehacientemente durante la Primera Guerra Mundial, llevó a muchos países a adquirir aeronaves para sus incipientes Fuerzas Aéreas, e incluso a construirlos, ya fuese bajo licencia de fabricantes establecidos, adaptando modelos o desarrollando sus propios diseños.
El Gobierno mexicano adquirió en Canadá varios aviones Avro 504 ingleses para entrenamiento de sus pilotos y posteriormente construyó más de 30 aeronaves en los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas del ejército, modificándoles el tren de aterrizaje, reforzándolo para permitir la operación desde campos de aterrizaje primitivos. Estas versiones mexicanas del biplano Avro se denominaron Avro-Anahuac. Muy generosamente, el gobierno mexicano regaló uno al gobierno de Costa Rica en 1929. El obsequiado a nuestro país, bautizado “Juan Santamaría”, fue armado y volado desde La Sabana el 1 de agosto de 1929 y entregado oficialmente el 4 de agosto por el piloto Teniente de Aviación mexicano Alberto H. Vieytez, quien años después llegó a ser Jefe de la Fuerza Aérea Mexicana. El avión terminó destrozado cuando lo trataba de aterrizar Tobías Bolaños, en diciembre de 1929.